Pues aquí estamos, recién vueltos (snif... :'( ). Llegamos ayer a medio día, y de momento parece que vamos superando sin problemas el jet lag.
Aprovecho la tarde tranquila de domingo para descansar, organizar la casa y las 40 lavadoras que tenemos que poner, escribir este post y a ver si luego me queda un ratito para empezar a ponerme al día con los blogs que sigo.
Estas 3 últimas semanas las hemos pasado en China, tengo que ser sincera, y el país en sí nos ha decepcionado un poco en distintos aspectos. Hemos viajado ya a varios países asiáticos y aquí no nos hemos encontrado nada de lo que nos esperábamos, China es bastante distinto a sus países vecinos. Pero bueno, eso no quita que no hayamos disfrutado de las vacaciones, hemos pateado hasta el agotamiento, visitado y sobre todo recorrido muchos kilómetros en un país tan grande, de una punta a otra.
Y por supuesto, ¡hemos comido muchísimo!. Me han dicho muchas veces que la comida que solemos comer en los restaurantes chinos no tiene nada que ver con la que realmente hacen en China, y..., pues no sé, es que muchas de las cosas que hemos probado (y que también las he visto en España), me han sabido muy parecidas.... . La diferencia principal que he encontrado con nuestros restaurantes chinos, es que la cantidad de distintos platos que te pueden preparar es increíble.
Uno de mis platos estrella, es decir, ese plato que te gusta tanto y que lo intentas comer tantas veces como puedas porque sabes que va a pasar un buen tiempo hasta que pruebes algo tan bueno, han sido los... ¿cómo llamarlos? dumplings, raviolis, empanadillas.... , son eso, una especie de empanadilla rellena, normalmente de carne, aunque también los hemos probado de espinacas y de gambas. Se suelen hacer al vapor, aunque también los encuentras a la plancha o en sopas. Yo los prefería solos al vapor, luego te ponen un poco de vinagre ¿de arroz? para remojarlos, y estaban deliciosos!!. Sobre todo en un par de sitios que descubrimos, uno en Xi'an, y otro en Suzhou.
Tampoco se quedaban nada cortas estas de la foto, las comíamos en un sitio en Dali, en la provincia de Yunnan.
Lo más extraño cuando las pedíamos era que eran el único plato que traían de la calle, no entendíamos por qué, hasta que un día nos dimos cuenta que casi enfrente de este restaurante había otro más pequeñito que prácticamente sólo tenía empanadillas de estas. Así que el último día que estuvimos en Dali, compramos una bolsita de 10 en ese pequeño sitio para llevarlas para la cena en el tren de noche que habíamos cogido para ir a nuestro siguiente destino.
Espero poder llegar a encontrar en Madrid unos tan buenos como estos...